lunes, 11 de julio de 2016

MOMENTO N°2

La discriminación

Cada vez que se discrimina un ser humano en realidad su principal razón es porque es diferente; color, altura, estrato socieconomico, discapacitado, etc, pero cuando hacen esto no se ponen en los pantalones de las personas que están siendo discriminadas no piensan que igual que ellos son personas que sienten, lloran, sienten dolor.

Tal ves la discriminación en cualquiera de sus formas no llegue a desaparecer nunca, pero es realmente importante que las personas sigan creando conciencia de ética en los demás seres humanos tanto en su vida personal como en su entorno ya sea en el trabajo, en la universidad, en el restaurante y en miles de sitios que día a día se ven esta clase de fenómeno social, porque aunque todos y cada uno de nosotros somos diferentes, somo seres humanos. 



La lucha contra la discriminación es parte constitutiva de la igualdad de trato que nos debemos unos a otros. Lo es tanto que la misma palabra designa la desigualdad injusta que presuponemos tras ella, sin reparar en que, en origen, se trata de un término meramente descriptivo. Discriminar es distinguir sin más, diferenciar una cosa de otra. Pero la costumbre de vincular el vocablo a la opresión y la humillación que sufren determinados colectivos lo ha convertido en la expresión misma de la denuncia y la inmoralidad. En nuestro vocabulario moral y político, la discriminación consiste en proferir un trato excluyente a individuos o colectivos por motivos racistas, sexistas, clasistas, culturales... Sin embargo, es obvio que si bien hay discriminaciones injustas o inmorales, otras claramente no lo son. Si uno siente un atractivo sexual preferente por personas de su misma etnia, escoge a los amigos por afinidad cultural o de costumbres, selecciona a una ginecóloga porque prefiere confiar la intimidad a una persona de su mismo sexo, favorece a una hija en el negocio familiar, o rechaza a negros y asiáticos para interpretar el papel de Napoleón en una película, no pensamos que se trate necesariamente de una discriminación inmoral.


Sin embargo, se han hecho esfuerzos para parar la discriminación [cita requerida] y asegurarle a estos grupos el respeto a sus derechos a través del mismo ejercicio del derecho. Un ejemplo de esto fueron las reformas jurídicas de la década de los 70, en las que se operó de forma tal que sirvieran de "obstáculos contra la discriminación" (expresión tomada del libro Emancipación social y violencia en Colombia, escrito por Rodrigo Uprimny y Mauricio García Villegas). En el caso colombiano podemos ver cómo la Corte Constitucional ha tenido un papel protagónico a través de sus decisiones, permitiendo que algunos de los grupos antes discriminados obtengan ahora representación y el respeto de sus derechos fundamentales (ejemplos de esto son los indígenas, los sindicatos y los homosexuales, entre otros muchos).

Estos esfuerzos no deben cesar, pues todos hacemos parte de una sola sociedad, de una sola comunidad en la que es necesario aprender, a fin de tener una convivencia saludable y pacífica, a entender y aceptar las diferencias generadas por la multiplicidad cultural que existe (véase multiculturalidad). Es fácil para cualquier miembro de la sociedad (cualquiera que sea el sector al que pertenezca) desinvolucrarse del asunto de la discriminación, sobre todo cuando no le afecta directamente; es más difícil, en cambio, involucrarse en la lucha contra la discriminación cuando esta lucha nace de un despertar de la conciencia, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. 
 Orígenes de la discriminación 



El mayor desarrollo de la formulación de terminologías y estructuras ideológicas del concepto de raza toma lugar entre los siglos XVI y XVIII, que comprenden fases de descubrimiento, conquista y colonización de América por parte de las naciones europeas. En esa época, el colonialismo se convierte en la fuente principal de la formulación de ideas sobre las discriminaciones raciales. Esta es la misma percepción de la superioridad racial europea en contra de una supuesta inferioridad y salvajismo de los nativos de América. Así se inician los procesos históricos y sociales de construcción de imágenes culturales discriminatorias entre conquistados y conquistadores (Said 1993 en Hopenhayn & Bello 2001). 



Es necesario comprender que raza y etnicidad son conceptos básicos que a través de la historia han correspondido a diversos significados y contextos que no es posible entender a la simple la luz de la utilización actual, debido a que como antecedente existe un aspecto histórico, un proceso por el cual se convierten construcciones de comportamiento y niveles sociales que se desdoblan en distintos conceptos y atributos según las distintas épocas históricas, culturas y sociedades (Wade 1997 en Bello & Rangel 2000). 



Wade (1997 en Bello & Rangel 2000) establece que los detalles que explican los significados socio/culturales de raza y etnia se ubican en el complejo desarrollo histórico de las ideas y pueden ser entendidas utilizando como referencia a los diversos contextos sociales, culturales y políticos en el que toman lugar. Sobre esto, Wade señala la existencia de tres períodos históricos y contextos sociales de formulación del concepto de “raza”. Un primer período, el autor lo denomina la etapa de naturalización de las diferencias; un segundo período lo denomina la era del racismo científico, y el tercer período la etapa de construcción social de la raza.
Tipos de discriminación


 Los tipos mas frecuentes de discriminación:



a) Discriminación racial o étnica: tiene lugar cuando una persona, o grupo humano, es tratada como inferior por su pertenencia a una determinada raza o etnia. Así ha ocurrido históricamente con los indios americanos, los judíos, los gitanos, los negros, etc






b) Discriminación religiosa: se da cuando una persona, o grupo de personas, recibe un trato desfavorable por no practicar la creencia religiosa mayoritaria de la sociedad en la que vive o por no profesar creencia alguna.




c) Discriminación política: tiene lugar cuando algunas personas no pueden expresar libremente sus convicciones políticas porque viven bajo el yugo de gobiernos totalitarios o dictatoriales.






d) Discriminación sexual: se ha producido a lo largo de la historia debido a que se consideraba que los varones eran superiores a las mujeres, de manera que ellas quedaban relegadas al ámbito doméstico, pues se pensaba que no tenían capacidad intelectual ni fuerza física suficiente para el trabajo






e) Discriminación de nivel cultural y económico: se produce cuando algunas personas consideran a otras inferiores por no haber tenido acceso a la misma formación o por no disfrutar de una buena situación económica.






f) Discriminación estética: se produce cuando una persona es tratada de forma inferior porque su imagen personal no encaja con el ideal de belleza establecido en la sociedad en la que vive








g) Discriminación por edad: tiene lugar cuando se trata con inferioridad o se menosprecia a las personas que no tienen una determinada edad. Generalmente goza de mejor consideración social la franja de edad en la que sus miembros están insertos en el mundo laboral (aproximadamente 25-60 años)






h) Discriminación por discapacidad: se manifiesta cuando una persona es menospreciada o infravalorada por sufrir algún tipo de discapacidad, bien sea física o mental.






i) Discriminación por enfermedad: se produce cuando algunas personas son tratadas con cierto recelo o desprecio por el hecho de estar enfermas






Comportamientos de los colombianos frente a la discriminación

 
 A comparación de Países desarrollados como Estados Unidos donde existe un historial desde tiempos remotos por discriminación racial, se argumenta que en Colombia no es tan evidente la existencia de la discriminación debido al proceso de mestizaje que ocurrieron en los tiempos de la colonia, segun los investigadores opinan que la discriminación tiene mas resultado en el tema de diferencia de razas y que cuyas son resultado de exclusión social ( o discriminación por pobreza).






¿Cuántos colombianos son afrodescendientes? ¿Qué porcentaje de jueces, maestros, concejales, celadores, gerentes, secretarias o policías son afrocolombianos? ¿Cuántas personas negras están en la cárcel?

No existe respuesta cierta a ninguna de estas preguntas elementales. La razón es sencilla: ni el Estado ni el sector privado tienen datos confiables sobre los afrocolombianos. Las encuestas esquivan esas preguntas, o arrojan cifras tan diversas, que hay para todos los gustos. Y las entidades públicas y las empresas siguen el ejemplo. “No tenemos esos datos” o “aquí no distinguimos por color de piel” fueron las respuestas casi invariables a las 174 peticiones de información que enviamos desde el Observatorio de Discriminación Racial a entidades de todo el país.

Así que cualquier esfuerzo por discutir seriamente la situación de los afrocolombianos y la discriminación racial debe comenzar por los interrogantes sobre los datos. ¿Por qué la población negra, tan notoria en el imaginario popular, es invisible en las cifras? ¿Quién cuenta como afrocolombiano? ¿Qué dicen los datos existentes? ¿Para qué sirve hacer estas cuentas?

El mito de la igualdad racial

El vacío de información no es simple olvido o negligencia. Más bien, es resultado de la arraigada creencia de que en Colombia no hay distinciones raciales. Según esta opinión generalizada, aquí todos nos mezclamos con todos en una amalgama feliz, en un país sin racismo ni discriminación.

El problema es que las escasas cifras disponibles, los casos judiciales y los testimonios de personas y comunidades negras alrededor de Colombia muestran una realidad muy distinta. Como se verá en los siguientes informes del ODR y El Espectador, los afrocolombianos son la población más golpeada por el desplazamiento forzado. Pasan más hambre y son más pobres que los mestizos. Sus niños mueren a una tasa más alta y sus viejos son menos viejos porque la esperanza de vida afro es menor que la mestiza.

Ante esta realidad, es claro que la negación de las diferencias raciales es parte de un poderoso mito de la identidad colombiana. Como lo muestra el historiador cartagenero Alfonso Múnera en su libro Fronteras imaginadas, se trata del “viejo y exitoso mito de la nación mestiza, según el cual Colombia ha sido siempre, desde finales del siglo XVIII, un país de mestizos, cuya historia está exenta de conflictos y tensiones raciales”.

En el campo de las cifras, el mito genera un círculo vicioso. “No tenemos datos sobre la raza de nuestros empleados, porque eso violaría el derecho a la igualdad”, respondían algunas entidades a nuestros derechos de petición. Telepacífico negó la información con contundencia sociológica, sentenciando que “el nuestro es un país multiétnico y donde las etnias puras no existen”.

Ahí está el redondo círculo. Como el mito del multiculturalismo igualitario niega de plano las diferencias, no se recogen datos sobre ellas, lo que a la vez impide probar que sí existen. Curiosa lógica la de un país que rehúsa mirarse en el espejo.

Contra esta sinrazón, la reciente tendencia internacional es recoger datos étnico-raciales. A los países que ya lo hacían, como Brasil o Estados Unidos, se suman ahora muchos latinoamericanos, como Argentina, Ecuador y Panamá en sus censos de 2010.


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